jueves, 11 de octubre de 2012

(…) De un payaso y la liberación.


Hay un cierto morbo en todo esto.
No lo entiendo del todo.
Solo preguntan cómo murió.
O hablan de la buena persona que fue.
Lo que me gustaría que supieran es lo mucho que sufrió.
Lo arbitrario de una andadera y silla de ruedas.
La continua y degenerativa inmovilidad.
La torpeza e inutilidad.
La compasión de los otros.
La falta de vitalidad y ganas de seguir.
La suplica misericordiosa a la muerte.
La lenta progresiva angustia.
La vergüenza desnudez del baño por los otros.
Falta de atención.
Sensación de resto.
La oración a un dios que no responde.
Abandono divino.
La caída del ideal semblante de los hijos, nietos y familia.
La atención de un contratado.
La necesidad de una escucha, de una caricia.
Las ideas suicidas.
Maldición de la final condición humana.
La falsa complacencia.
La finitud.
El dolor constante.
El incompetente medico.
La droga paliativa.
Pensamiento vacío.
Alma cansada.
Odio supremo.
Significantes irresueltos.
Egocentrismo.
Su no existencia.
Su reclusión.
La infidelidad a sus espaldas.
La falta de fe.
La falta de comprensión.
Su desesperanza.
Su angustia, culpa y humillación por haber pensado, sentido y deseado todo esto.
Ido y vuelto a cada tanto.

Por eso la muerte es una liberación.
Quizás sí lo saben y esto es lo que todos queremos ocultar tras un falso ritual, abrazo, lágrima, gesto o palabra.
Esto es algo de todo aquello de lo que no somos capaces de poder aceptar, porque lo vemos, lo olemos tan cerca que huimos, por más crudo y nefasto que sea, esta es la carroña de la vida.
Tal vez en la intimidad, donde nadie nos vea y con un leve dolor a lo interno, podamos aceptar, aunque sea en parte, algo de todo esto, de lo que una muerte y el circo a su alrededor me mostró.
Sin escrúpulos, verso por verso.
Con la cadencia de un buitre, poco a poco, de manera lenta y progrediente, debemos aceptar hacer algo, lo que sea, antes de que sea tarde, demasiado tarde.
Porque en realidad existe tan poco tiempo para decir las cosas que hay que decir.
Solo así, a la vuelta del tiempo, en nuestra piel o en la de los otros semejantes, quizás y solo quizás podremos dejar de ser las hipócritas que somos y hacer un acto, al menos uno, verdaderamente autentico, verosímil.

La muerte nos da una sonrisa, no queda más que devolvérsela.
Viendo al payaso, soltando la risa….

In memoriam
J.L.S.S


I.

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