martes, 10 de julio de 2012

(...) Descripción de un regreso.


Qué tan fácil es caer en el vacío.
Solo es cuestión de mirar alrededor.
Quince días de soledad bastan para comprobar esto.

Nada cuesta.
Se trata de buscar a las personas indicadas.
Alimentarse con veneno drogadicto.
Compartir con detenimiento la decadencia maquillada.
Decadencia siempre presente en todas sus variaciones.
Mirar alrededor y sentir el escalofrío de lo velado.
El teatro del exceso.
No está de más una pequeña inyección de heroína universitaria.
Reírse con dolor gracias al pseudoarte admitido en la mayoría.
Exaltarse para mal con el ahora artista de furcia academia.
No olvidar la dosis diaria del miasma monocromático.
Respirar altas dosis de eutanasia mediática.
Criar con empeño el instinto asesino inspirado en la ridícula política.
Pensar en la postergación inmaculada de la obligación.
Inhalar como línea blanca esa continua y bastarda espera.
Cultivar la resaca.
Deambular sobre pretensiones vaciadas de acontecimiento.
Búsqueda de márgenes corpóreos perversos.
Escuchar la mugre diaria como un sueño al medio día.
Dar quince pasos hacia atrás al pasado que presente es.
Contemplar lo atrofiado.
Forzar el ser vacilante en una época donde esa es su lógica.
Rezar la oda de intenciones al amor confuso.
Amar con delirio a esa que se ausenta sin razón aparente.
Follarse en soledad.

Más bien hasta se necesita cierto arte para ignorar todo esto.
Solo contemplar.
La mañana la tarde la noche.
El desayuno almuerzo cena.

Lo acepto.
Hoy regreso.
Y ando con el cristal de un pesimismo medio moralista.


I.