lunes, 16 de abril de 2012

(…) Manifiesto a la desolación.

cuando lo que tiene que suceder
no sucede.
o por lo menos cuando se cree
que debería,
no pasa.

y todo deviene
de amanecer a crepúsculo.

cuando no ocurre.
por capricho no pasa.
cuando el momento
te da la espalda
y no hay destello.
y ya por el mismo hecho de pensarlo
y desear que sea,
se fuerza.
se pierde lo inesperado.

si en verdad fuera solo eso,
todo fuera eso
y fuera cierto que todo pende de ese hilo.
¿de qué hablamos
cuando hablamos de eso
que llaman amor?

en estos tiempos,
los tiempos que me han tocado vivir.
eso mal llamado amor,
no tiene raíces.
es algo bastardo.
el amor es esa frontera que marca zonas inseguras.
el amor se vuelve todo y nada.
ese amor es distraído
etéreo y ligero.
un amor frágil y resbaloso.
un amor que desliga.
un amor que cuando se cree que es algo
menos es y más lejos está.
un amor que no sostiene la ilusión de serlo.

en estos términos de amor,
es mejor andar por la sombra.

en los momentos salvajes en los que deseo
irrumpirte sin importar nada,
me retraigo.
vaya maldición.
siempre y casi sin esfuerzo alguno
me haces tomar ésta vulgar decisión.
ni si quiera creo poder arriesgar,
porque no hay apuesta que se pueda hacer
sobre la nada.
sobre algo que lo único que indica
es vacilación.
sobre un brillo que de manera estrepitosa
se opaca.

me traiciono y ultrajo
porque no puedo resistir y sostener
una distancia.
a veces puedo ser tan iluso
me dejo engañar tan fácilmente.
lo consecuente desaparece
y soy tomado por fuerzas
que exceden mi intención.
busco donde no debo
y encuentro donde no está.
algún demonio debo querer escarmentar.
es sorprendente la manera
en que uno puede falsearse a sí mismo.

igual de sorprendente es,
la manera en que nada cambia.
en que cuando mejor vamos
y las cosas fluyen de manera intensa
todo se torna liquido.
de matices turbios.
como si llegar a esos estados fuera
algo tan cotidiano,
que en los días siguientes nada cambio
todo sigue igual de plano.
o por lo menos te encargas en hacerme notar eso,
lo sabes hacer muy bien.
sin mucho esfuerzo.
tan bien que no cabe duda,
es tajante,
no puedo mas que quedar aturdido.
en estos tiempos la perplejidad 
es mi compañía mas benevolente.

no busco lo pasajero ni lo eterno,
busco una compañera de viaje.
solo eso,
lo que una viajera me puede ofrecer.
con todo lo que el implica un viaje.
vértigo y vitalidad.
algo concreto en lo inconmensurable.
salir de la segura monotonía.

lo peor de todo
es que,
en este supuesto viaje,
juntos la hubiéramos pasado bien.
en esta imagen que me empeño en fantasear,
hubiera sido algo muy bueno.
solo si no te dejaras amar como lo haces.
y si te negaras amar a ese falso amor que amas.
porque de alguna manera intuitiva,
sé que lo padeces.
lo sé porque esos ojos,
un gesto y un abrazo no mienten.

estamos en distintas frecuencias,
no es el tiempo y quizás nunca lo sea.
esto no es lo mío.
quiero caminar por lo líquido
y dejar la orilla de salvación.
denuncio a ese semblante de amor.
quiero quemarme para renacer,
sentir las verdaderas secuelas de un trayecto.
quiero asumir lo que implica un recorrido
y no salir ileso de ello.
hay una paga en todo esto.
y hay tantas
cosas que no comprendo
y que no llegaré a comprender.
pero de alguna manera dolorosa
esto me pone feliz,
una felicidad triste que me define.
aunque esa definición sea inefable,
lo asumo.

no soy más que un principiante.
y solo hoy me doy cuenta,
después de este intento,
de que esto mismo
forma parte del viaje.

solo espero que
estos sinceros sentimientos
no sean solo,
el deseo de tenerlos.

sábado, 14 de abril de 2012

(...) Y yo

I

Y yo…
Como esa broza solitaria al fondo de la taza de café
Como esa gota atrapada en el vidrio de una tarde lluviosa
Como ese frio punzante en los dedos deseosos de fricción
Como ese sonido de grafito que sobre el papel escribe con el temor de quebrarse
Como ese labio reseco después de una noche de copas
Como ese roce del dedo al pasar las hojas con selectivo placer
Como ese melancólico bombillo quemado por las innumerables noches en vela
Como ese cuerpo que se estira para no ser devorado por la inmovilidad
Como ese viaje de una pestaña hasta la enigmática mejilla
Como esa mirada sobre el techo plagado de recuerdos
Como ese olor vespertino a café rechinado por los años
Como esa sombra de un recuerdo cuya silueta se desconoce
Como esa capa de belleza aparente en mosaico brilloso
Como esa planta de recepción ansiosa por una próxima visita
Como ese complaciente bostezo de pereza compañía
Como ese cable eléctrico cansado de la sobre carga del día a día
Como esa telaraña esquinera que se deja danzar por la briza perdida
Como esa rígida lámpara cansada de alumbrar sobre la misma dirección
Como ese rechinar en camarote de infancia olvidada
Como ese eco penetrante de las voces en reunión familiar
Como ese zapato gastado que se niega a ser cambiado
Como esa cínica ducha que mira la desnudez de quien no lo sospecha
Como ese cielo raso encantado de mirar al mundo de cabeza
Como ese detalle en la pared que devela la triple capa de pintura antigua
Como ese libre pie descalzo que busca un vidrio donde cortarse
Como esa lata de zinc herrumbrada llena de agujeros por tanto sol y lluvia acida
Como esa prensa de patio quebrada y caída de tanto sostener a los otros
Como esa añoranza de barrio en calle testigo de la vida
Como ese ladrido de perros buscando la compañía de otro ladrido a la distancia
Como ese sillón incomodo que se rehúsa a moldearse
Como ese insoportable calor de medio día que siempre llega y siempre se va
Como esa mesa de madera deseosa de volver a ser el árbol que alguna vez le dijeron que fue

II

Y yo...
Como este cotidiano que a cada tanto me hace fantasear con lo infinito, el enigma y lo relativo de las ficciones